¡Bienvenidos!

Pritologia. Un estilo de vida. Una manera diferente de ver el mundo. Un nuevo modo de pensar.

Corazón, boli y papel.

Grandes ideas bien plasmadas.

"Eres el puto amo. Recuérdalo."

De cómo una sonrisa cambió mi vida.

Post-It

Si está en un post-it tiene que ser importante.

Entremses

Para ir abriendo el apetito.

jueves, 28 de noviembre de 2013

#NazaretALaRomana IV. El final del principio

La hora había llegado. El momento en el que teníamos que volver a casa. El momento de separarnos. Ya los del sur nos habían dejado hacía unas horas, se notaba su ausencia. Pero el grueso del grupo, la mayoría, como vino se fue. Yo nunca fui de despedidas, ello implicaría que no nos volveríamos a ver; soy menos del "Adiós" y más del "Hasta luego". Lo cual no quita que no me guste dar abrazos de esos que lo dicen todo. "Cuídate, te voy a echar de menos, pero estaré contigo."

Todos pensamos que en ese momento la aventura terminaba... Ilusos. Aún quedaban muuuuuuchas historias que vivir y que en algún futuro podremos contar a nuestros nietos. Quién nos diría que hay guardas como Dios manda en una estación de tren. Quién nos diría a nosotros que, en medio de tanto caos, seríamos capaces de improvisar una sorpresa. Quién podría asegurarnos que unas pizzas iban a saciar nuestro hambre mientras hacíamos tiempo en el aeropuerto. Quién iba a ser capaz de adivinar que nos echaban del mismo y nos tocaba dormir en la calle, con el frío y la lluvia. Pero sobre todo, quién nos diría que podríamos celebrar la vida de alguien de la forma más original posible y ello nos haría olvidar experiencias poco favorables (PD.: ¡Felicidades!).

Al menos tuvimos suerte, y fuimos listos. No todo el aeropuerto estaba cerrado, y pudimos "dormir" bajo cubierto (quien dice "dormir", dice "descansar"... nótese la ironía). Pero ya era algo, un lugar en el que pasar nuestras últimas horas en Italia, y hacer tiempo hasta la hora de partir. Nunca en mi vida (y eso que tampoco he vivido mucho, pero lo justo para tener un amplio background) se me habían hecho tan eternas unas horas.

Puedo quejarme, y lo hago, pero no para mal. Valió la pena vivir tantas experiencias por muy desagradables que fuesen a veces. Pero sin duda alguna, volvería a pasar por ellas si me hace vivir momentos tan bonitos como los que viví.

Y os preguntaréis: "Prito. Ya estáis en el avión, estáis volando y habéis aterrizado. Ya se acabó la historia. ¿Un buen viaje, no?"... ¿Quién ha dicho que haya acabado? Fue pisar Madrid y los problemas volvieron a mi vida. Más despedidas. Último tren, destino Cuenca. Últimos pasajeros a bordo... Excepto el menda. Así como había empezado el viaje lo iba a terminar: solo. Bueno, solo físicamente. Pero en espíritu eran muchos quienes iban a su lado.

Tras las explicaciones oportunas, el joven avileto cogía los últimos transportes públicos para llegar a su casa. Y... que raro... ya la estaba liando... Una cosa que tenía que hacer, UNA COSA, tan sencilla como montarse en un tren antes de la hora de salida y casi lo pierde por segunda vez. Si con razón dicen que todos los tontos tienen suerte.

Y por fin, tras miles y miles de historias y experiencias, otras tantas de fotos y aventuras sin igual, llegó. Y llegó y lo primero que recibió fue una sorpresa: allí estaba su hogar. El hogar. No son los sitios, son las personas. Me atrevería a decir que todos los que fuimos somos un hogar, y a cada día que pasa nuestro hogar es mayor y más acogedor.







Familia Nazaret: hogar en el que caben todos sin que sobre ninguno.




lunes, 25 de noviembre de 2013

#NazaretALaRomana III. The fast & the furious: A todo gas

Llegó el momento. El grupo estaba completo. Por fin, la Familia Nazaret unida (físicamente como en espíritu) en Roma. Los reencuentros, emotivos como siempre, y algún que otro "¡Anda, si te has cortado el pelo! Te queda mejor así". Solo quedaba tiempo para cenar algo e irse al sobre a descansar. Nos esperaban días intensos. Muy intensos.


El sol salía por el este, como siempre, señal de que nuestro día empezaba. Todo estaba perfectamente cuadrado para ir con tiempo. Pero, como siempre, nunca se cumplen los horarios. Que si los dineros, que si los cafeses, que si tal y cual, y esto y aquello... Total, retrasos everywhere (el primero el de un servidor).

Hora de coger el b... ¿¡Cómo!? ¿¡Qué el 223 no pasa fines de semana ni festivos!? Adiooooooooos. A hacer transbordos pues. Del bus al tranvía. Del tranvía al metro. Del metro al bus. De este a otro bus. De nuevo al tranvía. Un nuevo bus. ¿Metro ahora? ¿Tranvía? ¿Metro? Vale, estamos. A patita, que tenemos muchas cosas por ver y por aprender. Y, ante todo, mucho por andar. Perdón: ¡correr! Suerte que algunos ya veníamos con la costumbre de serie, pero empezaron a salir apuestas sobre quién era el primero que se quejaría y cuándo. Siento decirlo, nadie acertó.

Santa María la Mayor, primera parada, y con carrera popular incluida. Santa Prassede. San Pietro in Vincoli (con el Moisés del amigo Miguel Ángel). La Sta. Croce in Gerusalemme, uno de los lugares más significativos y una de las experiencias más intensas que he podido vivir. San Juan de Letrán, esa monstruosa a la par que hermosa basílica.

¡Viva la virgen de Rus! Quién lo diría, que hasta en Roma nos encontramos con San Clemente. Y tan cerquita del Coliseo. Próxima estación: la máquina de escribir (nombre "cariñoso" que recibe el monumento a Vittorio Emanuele II), previo paso por los Foros y el Campidoglio. De ahí a la iglesia del Gesù, momento para la oración, tiempo libre y cerveceo.

Cena. A dormir. Adiós viernes. Hola sábado. ¡Que nos vamos al Vaticano! Y con la misa allí, ¡qué emoción! Hasta que los trajeados empezaron con ese je ne sais quoi cual moscas. "Per favore: no foto, no video. Grazie". Toooooooooodo el santo día igual. Suerte que algunos nos hicimos un poco los suecos y fuimos más listos que el hambre (no me juzguéis por ello, que muchos de vosotros seguro que también lo hacéis). Qué decir de San Pedro que nadie sepa ya. Podría escribir páginas enteras de este templo tan maravilloso. Mas ahora me quedaré con "La Pietà" y la visita a la cúpula. ¡Dentro vídeo!

"Error 404: Video not found. Talk with the cat for them. Miau."

Y como no, volvemos a la carrera para llegar a los Museos Vaticanos. Qué desastre... Pero pudimos entrar. Y hacer fotos. Y hacer fotos. Y hacer más fotos. ¿A la Capilla Sixtina? Por supuesto. Aunque hubo tiempo para otras bellezas tales como el Laocoonte o unos calzoncillos de Jake el perro. Las casi tres horas que estuvimos se quedaron cortas para algunos, yo incluido, con tanto arte junto. Awesome.

En ese momento empecé a darme cuenta que el viaje llegaba a su fin en breves, y aun con todo el cansancio encima hicimos de tripa corazón y disfrutamos del momento. Carpe diem, unas pizzas y a San Pablo Extramuros. ¿Última parada? Todavía no. Aún quedaba el Trastevere, el barrio más clásico, el más rústico, el más romano. Cena "en comunidad" y de nuevo al descanso nocturno. Bueno, descanso descanso, lo que se dice descanso, lo justo para aguantar un día más. Había que disfrutar del tiempo libre que bien nos merecíamos.
Se predica mejor el Evangelio con el cargador lleno...
Domingo, día del Señor. Esto se acaba. ¿Y qué hacemos hoy? Vámonos a ver las catacumbas de Santa Priscila, a que los claustrofóbicos lo pasen mal. "¿A las catacumbas? ¿El domingo? ¿Por qué no fuisteis al Ángelus?" Sinceramente, muchos preguntaron y a todos, la misma respuesta: no lo sé. Un misterio que seguirá sin resolverse...

miércoles, 20 de noviembre de 2013

#NazaretALaRomana II. Otro país...

Italia. Città Eterna. Ya estábamos allí. Algunos todavía seguimos asimilándolo. Cierto es que tiempo ha el joven avileto estuvo allí, pero era muy distinto. No iba a haber desfases ni broncas, no iba a ver cómo dos amigos acababan a puñetazos; eso fue cosa del pasado. Ahora iba con otro espíritu... Ciertamente, con otro Espíritu, ese que le guiaría a tomar decisiones, a decidir qué camino tomar, a elegir qué hacer y qué dejar; ese Espíritu que todo lo mueve en la dirección correcta.

Mapa en mano, la pequeña avanzadilla emprendía rumbo hacia... hacia... bueno, no sabían realmente hacia donde iban. Pero era claro que debían dejar sus trastos en algún lugar. ¡Al convento! Veamos... Línea 223. 25 paradas. Ufff, empecemos a contar.

Una parada. Vamos bien.

Dos paradas. Anda, si aquí se puede subir por cualquier puerta. Qué nivel.

Tres paradas. ¿Por qué la gente no paga? Que ruines son...

Cuatro paradas. ¿Pero es que en serio no va a pagar nadie?

Cinco... no, seis paradas. Me están tocando mucho la moral los morosos estos, ehh.

Siete, ocho, en esa no paramos pero es la nueve, diez, once. ¿Once? ¿No es la doce? Vaya lío... ¡Y la gente sigue sin pagar billete! ¡Pero esto qué es!

¿Qué parada es esta, la dieciocho o la diecinueve? Ah, que ya hemos llegado. ¡Abajo todo el mundo! Que ya eran más de las 15:00 y nosotros sin comer. Menos mal que las monjitas nos tenían preparados unos platos para chuparse los dedos (y menos mal que también hablaban español, menos mal)

PAUSA. Lo siento, pero esto que voy a contar ahora es importante. Mamá, si estás leyendo esto, siéntete un poco más orgullosa de mí a la par que puedes llamarme idiota (por no decir algo más feo) por lo que hice en Roma. Damas y caballeros, por primera, de momento única y ojalá que última vez en mi vida, Prito comió... brócoli. Gracias.

Y tras llenar el buche y reponer fuerzas, pequeña siesta incluida para algunos, el grupo de avanzadilla emprendió su camino y empezó a descubrir tan maravillosa ciudad. Así, mapa en mano, recorrieron (y no exageró, mis pies lo pueden atestiguar) casi un cuarto de Roma en apenas unas horas. Teniendo siempre presente que a las 6 pm ya era de noche.


Panteón, fontana di Trevi, monumento a Vittorio Emmanuelle II, foro de Trajano y su columna, y el mejor de todos: GIOLITTI. Dulce manjar de los dioses, ¡qué helados! Pena que a las 9 ya nos tocase emprender la vuelta al alojamiento. Del metro al bus y a esperar. Y esperar. Y esperar. Y esp- (perdón, me entra e sueño) -erar... ¡UNA HORA DE ESPERA HASTA EL MALDITO 223! Al menos llegamos puntuales a la residencia. Duchita. Cama. Buenas noches.


¡Y buenos días! Empieza una nueva jornada. Desayuno, recogida de lo imprescindible y a correr para pillar el bus. Irónico, pero cierto. A seguir pateándonos Roma, y esta vez cámara en mano. Coliseo, los foros, el circo, las termas... Una ristra de monumentos y lugares tan larga como kilómetros recorrimos en un día. Ya prácticamente estaba todo visto y no era ni de noche. ¿Qué hacemos? Vámonos de compras y descansar un poquito de tanta maratón. Y menos mal, porque no sabíamos la que nos iba a caer... ¡Sálvese quien pueda!

Mentir está mal Pinocchio, muy mal...

domingo, 17 de noviembre de 2013

#NazaretALaRomana I. ¡A la aventura!

Martes, 29 de Octubre de 2013. 5:17 pm. GMT+1. Hace viento, y el sol está tapado por las nubes, aunque no tiene pinta de llover. Tras horas y horas devanándose la cabeza, el señor Bolsón había conseguido encajarlo todo, como si cual Tetris se tratara, en una pequeña mochila, a la sazón algo ajada para que mentirnos. Puestos los cascos en plan nigga del Bronx, macuto al hombro y en marcha. Previa revisión de que no se olvidaba nada; hasta 7 revisiones antes de salir. Pero el momento había llegado, no había marcha atrás.

Llamadme ególatra, egocéntrico, creído, modesto, al decir que #NazaretALaRomana se hizo realidad en el momento en que un joven avileto salía por la puerta de su casa. Y al salir dejo atrás todos sus miedos, todas sus dudas, sus preocupaciones se quedaron llenando el hueco de una habitación vacía. Como le pasó a ese hobbit de la comarca: ya no volvería a ser el mismo.

Y con ese espíritu, el joven #deNazaret empezó su peregrinación. Pero, ¿lo hizo sólo? No. Alguien cercano le dio la mano al dar el primer paso y no la soltó hasta que regreso a su casa. Primera parada: Madrid. Primera sorpresa: esta... Pequeños detalles torrezniles que te demuestran que no estás solo y que Alguien vela por ti. (PD: Si ese cartel todavía vive quedaría muy bien decorando mi habitación. Gracias)


Y con el siguiente destino ya en mente, Valencia, prosiguió el viaje. Todavía sin más compañía que la de Su amigo. Pero no pasaba nada, sabía que todo saldría bien... Todo hasta que el AVE paró en Cuenca, y los "cuatro jinetes del Apocalipsis" montaron al tren (gracias a Dios, literalmente). Pero eso fue el principio de una buena lista: el metro, y el último en salir, que nos llevaba al hotel se va en nuestras narices; los autobuses nocturnos en Valencia son los padres; el único taxista del que me voy a fiar es de mi abuelo; dormir apenas tres horas es malo para la salud; las autovías están para el tránsito de vehículos, no de humanos; y un largo etc que finalizo diciendo que el agua de Valencia no quita la sed (científicamente demostrado)

Por fin, tras peripecias de lo más variopintas, estábamos en el aeropuerto, facturando maletas (bien envuelticas ellas con 70 metros de papel film del malo), y haciendo tiempo hasta el embarque en el avión. Si alguien desea ver estos momentos: Instagram; @pritologia. Y después de mucho tiempo, pudimos sentarnos en el avión. Ryanair. Que Dios nos coja confesados... Pero Dios se levantó contento y quiso que el vuelo fuese ligero y muy suave. Las músicas triunfales al aterrizar sacaron una sonrisa al pequeño grupo. Dulce paz...