viernes, 13 de septiembre de 2013

Whisky doble con hielo

Estaba oscuro, tinieblas en todo el local. Sólo una pequeña luz roja iluminaba la estancia tenuemente. Las paredes se descascarillaban con tan solo mirarlas; el antiguo esplendor de ese azul dejó paso al triste color del cemento. Las mesas habían sido atacadas por todo tipo de hongos e insectos, apenas se mantenían en pie, en su interior estaban huecas. Nadie se atrevía a sentarse en las banquetas por miedo a acabar con el culo lleno de mierda, y aquél suelo era de los más antihigiénico que mis ojos han visto nunca. Una pequeña estantería llena de licores daba un toque de color a tanta oscuridad.

Cuatro gatos, los parroquianos de todos los días. Parecía nuestro segundo hogar; en algunos casos, una vivienda permanente. La ida nos nos trató muy bien, nos dio la espalda hace tiempo y desde entonces no se ha vuelto a girar.

Jack lo tenía todo. Presidente de la mayor empresa de la ciudad, una mansión tan grande que podía considerarse un estado independiente, montones de mujeres con el simple chasquido de sus dedos, un concesionario al que solía llamar "garaje"... Todo. Pero tan rápido subió a la cima que le pasó factura, y cayó en picado: posesión de drogas, fraude, juicios y más juicios. Más bajo no pudo haber caído. Pasó una temporada entre rejas; ya no es el mismo hombre. Ahora sobrevive como puede.

La historia de Mike no es tan lujosa. Mike, típico padre de familia, casado felizmente con su novia de la infancia. Un simple funcionario del estado que se dejó seducir por una becaria... 32 años de matrimonio y 2 hijos que ahora solo recuerda en fotos. Su vida, una miseria. Al menos le quedan su caravana y la becaria... Bueno, quizá solo la caravana.

Y ahí tenemos a Aaron, el hombre más falso que haya pisado la faz de la Tierra. Por la mañana un alegre estudiante de instituto, amante del deporte y servicial; el alumno perfecto. Por la noche el demonio en persona, desdichado por no tener amigos iba de paliza en paliza buscando quién sabe qué. Por lo pronto tres costillas rotas y un traumatismo craneoencefálico causado por un bate.

¡Quién nos honra con su presencia! Si es el gran Randall Herbert Flint, Randy para los amigos, hijo del magnate de la inmobiliaria Arthur Lawrence Flint III. Pobre Randy, huérfano de madre y repudiado por su padre, odiado por la mujer a la que ama y todo el mundo en general. Ahogando sus penas en la botella y el sexo. Dicen que en una noche se acostó con 12 mujeres, cada cual con una moral más disipada que la anterior. Las malas lenguas hablan de que contrajo el SIDA; yo discrepo, me decanto más por el sífilis.

El camarero parece el más normal de los presentes, siempre y cuando obviemos su pasado. Eric, que así se llama, dejó los estudios a los 13 años, cogió una mochila con ropa y se marcho del hogar sin mirar atrás. Como alma en pena por el mundo intentó buscar algo con lo que ganarse la vida. Lo único que encontró fue a unas pobres ancianitas indefensas, alguna que otra casa poco segura y los cajeros de las gasolineras. Ahh, y a los agentes de policía en numerosas ocasiones. Menos mal que apareció en su vida una buena samaritana llamada Candice. Ella cambió su vida para siempre. Ya ha llovido desde la última vez que fue esposado por pillarlo con las manos en la masa. Y pensar que tiene 22 años... Pero poco a poco parece remontar el vuelo.

En cuanto a mí, tan solo soy un escritor frustrado en busca de una historia que no encuentro. "¿Por qué estoy aquí entre tanta 'miseria'? Si mi vida es perfecta"... Eso creía yo, pero tengo mucho en común con esta gente. Y todo empezó con una simple frase:

- Un whisky doble con hielo, por favor.


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