La gente tiende a ser vaga por naturaleza, tiende a estar quieta esperando que algo ocurra. Es una tendencia inherente a todo ser humano. A todos nos cuesta ponernos a hacer las cosas, en mayor o menor medida, pero no hay porqué preocuparse (al menos no demasiado). Es normal.
Cuesta entenderlo, lo sé, y soy el primero que lo reconoce: SOY VAGO. Pero reconocer el pecado no implica que ya esté sanado. Muchas veces me planteo esto. Es decir, por qué nos cuesta tanto emprender una acción. ¿Es que acaso somos débiles? ¿Somos unos conformistas? ¿Podemos considerarnos mediocres? Quizá en parte. Yo lo he hecho, y sigo haciéndolo en ocasiones. Y no será porque no haya tenido ocasiones para remediarlo... Volición. Perfecto vocablo para describir lo que no solemos hacer.
No predico con el ejemplo. Lamentable, pero cierto... Buscar el cambio cuesta. Mucho, más de lo que uno se puede imaginar. Implica sacrificios, esfuerzo y tiempo. Sobre todo tiempo; uno no cambia así como así de la noche a la mañana. Es imposible. Hay que poner el 100% de uno mismo, echar toda la carne en el asador, y cumplir los objetivos. Poco a poco, paso a paso, escalón a escalón. El camino a recorrer es largo, pero la recompensa que te aguarda es inmensa. Cuando llegues al final te darás cuenta de todo lo que has pasado.
Sí. La teoría, como siempre, está muy bien. Pero falta la práctica. El primer día correrás 10 minutos, el segundo día correrás 10 minutos, el tercer día correrás 12 minutos, a la semana correrás 15 minutos, al mes puede que media hora. Tras mucho trabajo es posible que puedas correr durante 2 horas seguidas. Práctica. Practica.
Ahora te toca decidir. ¿Vas a quedarte leyendo esto esperando una señal o te levantarás de tu silla para luchar? Yo ya he tomado una decisión. Es tu turno.
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