miércoles, 20 de noviembre de 2013

#NazaretALaRomana II. Otro país...

Italia. Città Eterna. Ya estábamos allí. Algunos todavía seguimos asimilándolo. Cierto es que tiempo ha el joven avileto estuvo allí, pero era muy distinto. No iba a haber desfases ni broncas, no iba a ver cómo dos amigos acababan a puñetazos; eso fue cosa del pasado. Ahora iba con otro espíritu... Ciertamente, con otro Espíritu, ese que le guiaría a tomar decisiones, a decidir qué camino tomar, a elegir qué hacer y qué dejar; ese Espíritu que todo lo mueve en la dirección correcta.

Mapa en mano, la pequeña avanzadilla emprendía rumbo hacia... hacia... bueno, no sabían realmente hacia donde iban. Pero era claro que debían dejar sus trastos en algún lugar. ¡Al convento! Veamos... Línea 223. 25 paradas. Ufff, empecemos a contar.

Una parada. Vamos bien.

Dos paradas. Anda, si aquí se puede subir por cualquier puerta. Qué nivel.

Tres paradas. ¿Por qué la gente no paga? Que ruines son...

Cuatro paradas. ¿Pero es que en serio no va a pagar nadie?

Cinco... no, seis paradas. Me están tocando mucho la moral los morosos estos, ehh.

Siete, ocho, en esa no paramos pero es la nueve, diez, once. ¿Once? ¿No es la doce? Vaya lío... ¡Y la gente sigue sin pagar billete! ¡Pero esto qué es!

¿Qué parada es esta, la dieciocho o la diecinueve? Ah, que ya hemos llegado. ¡Abajo todo el mundo! Que ya eran más de las 15:00 y nosotros sin comer. Menos mal que las monjitas nos tenían preparados unos platos para chuparse los dedos (y menos mal que también hablaban español, menos mal)

PAUSA. Lo siento, pero esto que voy a contar ahora es importante. Mamá, si estás leyendo esto, siéntete un poco más orgullosa de mí a la par que puedes llamarme idiota (por no decir algo más feo) por lo que hice en Roma. Damas y caballeros, por primera, de momento única y ojalá que última vez en mi vida, Prito comió... brócoli. Gracias.

Y tras llenar el buche y reponer fuerzas, pequeña siesta incluida para algunos, el grupo de avanzadilla emprendió su camino y empezó a descubrir tan maravillosa ciudad. Así, mapa en mano, recorrieron (y no exageró, mis pies lo pueden atestiguar) casi un cuarto de Roma en apenas unas horas. Teniendo siempre presente que a las 6 pm ya era de noche.


Panteón, fontana di Trevi, monumento a Vittorio Emmanuelle II, foro de Trajano y su columna, y el mejor de todos: GIOLITTI. Dulce manjar de los dioses, ¡qué helados! Pena que a las 9 ya nos tocase emprender la vuelta al alojamiento. Del metro al bus y a esperar. Y esperar. Y esperar. Y esp- (perdón, me entra e sueño) -erar... ¡UNA HORA DE ESPERA HASTA EL MALDITO 223! Al menos llegamos puntuales a la residencia. Duchita. Cama. Buenas noches.


¡Y buenos días! Empieza una nueva jornada. Desayuno, recogida de lo imprescindible y a correr para pillar el bus. Irónico, pero cierto. A seguir pateándonos Roma, y esta vez cámara en mano. Coliseo, los foros, el circo, las termas... Una ristra de monumentos y lugares tan larga como kilómetros recorrimos en un día. Ya prácticamente estaba todo visto y no era ni de noche. ¿Qué hacemos? Vámonos de compras y descansar un poquito de tanta maratón. Y menos mal, porque no sabíamos la que nos iba a caer... ¡Sálvese quien pueda!

Mentir está mal Pinocchio, muy mal...

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